miércoles, 11 de abril de 2012

Felicidad momentáneamente, y gracias.



Hoy he entendido completamente el final de Jeux d'Enfants (Quiéreme si te atreves). Y no sólo eso, sino que  a parte de comprenderlo, lo he apoyado y admirado. De esto que ves las cosas en 3 o 4D de vez en cuando, lo cual viene dado por un asiento privilegiado en ventana en el tren y buena música.

Ahora, después de todo, y de todas las conclusiones que he sacado de estos meses, ahora que sé que todo acaba tarde o temprano, ¿por qué no parar el mundo cuando estás en su cima? En serio, no es que ahora me haya entregado a una ideología suicida sin remedio, sino que si vamos a caer alguna vez, ¿por qué no enterrarnos en hormigón cuando somos felices? Al menos somos felices y sabemos que no vamos a sufrir. Es como parar el tiempo cuando todo va bien. Me parece una metáfora perfecta.

Después de estos meses, sé con bastante precisión cuando me enterraría en hormigón. En un momento en el que la felicidad llega a culminar tan alto que hace brotar una lagrimita salada de tu ojo, pero a la vez tan dulce. Entonces yo me hubiera enterrado en hormigón. El invierno entonces no habría sido amargo. Pero en ese momento de felicidad en el que piensas que eres capaz de todo, te embriaga y no concibes que todo se va a acabar, y queremos más, ¿por qué vamos a parar si podemos conseguirlo todo? Pues no. Y por eso me hubiera enterrado en hormigón. Pensando que todo iba a acabar, pero con la sonrisa más amplia de todas en la cara y con un beso en el flequillo.

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