Mierda, mierda, mierda.
Lo tenía asumido. Y llegas tú y desbarajustas mi cabeza, de nuevo.
No me gusta planear las cosas, pero no me gusta sentirme perdida o sin saber qué hacer. Las ideas en mi cabeza han decidido montar una fiesta, y ahora ya no sé si sí, si no, si blanco o si negro.
Pero me siento mejor.
Puedes sentarte a mi lado cuando el mundo se venga abajo.