lunes, 19 de noviembre de 2012

De cómo lo ignoré, sin querer.

Acabo de llegar a casa a ritmo de Hot 'n' cold de Katy Perry, y entonces me he transportado unos dos años atrás y me he acordado de que por aquel entonces también escuchaba una canción que decía "So baby, don't worry, you're my only even if the sky's falling down". He recordado el título no tan rápido como me hubiera gustado pero lo más importante, me he acordado de por qué la conocí. Y me he reído en mis adentros, mucho, mucho, de lo ignorante que soy. El año pasado me enteré de que un chiquillo había estado "enamorado" de mi un tiempo, hace dos años. Un año después del suceso me había enterado de que aquel intercambio inocente de canciones, ocultaba un pequeño detalle, y entonces me acordé de alguna de las canciones intercambiadas: The Call de Regina Spektor en la que se decía algo así como "I'll come back when you call me. No need to say goodbye"; I'll be waiting de Lenny Kravitz; Try de Asher Book; y Down, la canción de la frase inicial, entre otras. Todo cobró sentido, claro. Así que he pensado, que no es que me falte amor en algunas ocasiones, sino que cuando a veces me lo ofrecen, NO ME ENTERO. 

Moraleja: cuando un chico te mande canciones así porque sí, estudia la letra, puede estar cuidadosamente elegida. 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

De cómo nos metimos diez personas en un siete plazas.

Resulta que hoy he ido a unas clases de maniobras a las que me ha apuntado mi autoescuela, ya que entraban en mi matrícula. Así que, sin tener nada mejor que hacer una tarde de miércoles, me he dirigido a mi autoescuela. De repente, me he visto en una furgoneta camino al circuito con cinco desconocidos, entre ellos dos pokeros de pura raza, y la Máxima FM rebotando en mis oídos. Entonces es cuando me he acordado de haber vivido una situación parecida. 

A principios de junio, en mi mágica aventura a Escocia, aparecimos en una furgoneta siete plazas, diez personas como sardinas enlatadas camino "al puente que cruza el Atlántico": dos coreanas, un escocés, un polaco-londinense, dos americanas, un francés y nosotras tres, españolas puras. Fue surrealista. Dos en la parte delantera; tres en el segundo habitáculo (dos sentados y una en el suelo); cuatro en un asiento de tres; y una última persona en el maletero. Maletero abierto pero sí, EN EL MALETERO. Ese sitio fue ocupado por cada uno de nuestros culos al menos quince minutos (menos una de las coreanas, que estuvo cinco y no más porque casi nos hecha el estofado y la tarta de queso de la cena anterior). Mientras recorríamos montañas por esas carreteras estrechas (en las que para que pase el coche del carril contrario teníamos que parar a un lado), a ritmo de música escocesa, yo pensaba: ¿En este país te multarán por llevar tres personas más de las permitidas y una de ellas en EL MALETERO? Pues parecía ser que no y así fue, que nadie notó nada.

He aquí mi culo en EL MALETERO.


Del puente sólo diré que los escoceses a parte de hablar su propio idioma, son de un exagerado increíble. "Un puente muy grande por el que debajo pasa el Atlántico". Y tú piensas: EL ATLÁNTICO, entonces debe ser enorme. El puente resultó ser de un tamaño medio y el Atlántico resultó ser un riachuelo casi menor que los charcos que se forman en la dehesa de mi pequeña ciudad. Bonito paraje, después de todo.


Y he aquí el Atlántico.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Buenas tardes, a lo british.

Un placer tener estas siestas si en sueños me apareces con esa cara bonita y ESOS ojos. Da gusto. Odio despertarme, de vez en cuando.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

First, you think the worst is a broken heart.

Son las 00:30 aproximadamente y acabo de llegar a casa dando por finalizado un miércoles de Montaditos, como manda la tradición. Lejos de irme a dormir cuando me quedan poco más de 5 horas para estar en pie, aquí estoy. Realmente no vengo a decir nada interesante, pero ¿qué es lo que realmente interesa?

Me he dado cuenta de que somos muy egoístas, y yo me pongo a la cabeza del gran grupo. El que diga que no es egoísta, sinceramente, está marcándose el triple de su vida. Aunque sea una mínima parte de nosotros. Cuando todo acababa yo sólo supe decir "ya, pero es que yo no quiero", lo cual parecía bastante lógico dado el momento. Noche fría de junio y me di cuenta de que no solo existía yo. Sólo entonces. Descubrí que estaba equivocadísima: el momento en el que pierdes algo no es el que más duele. El momento que de verdad duele es aquel en el que aceptas que lo has perdido todo. Que lo has perdido todo y que ese todo continúa caminando. Tú no. El momento más desgarrador es aquel en el que ese todo ha tropezado y lo único que tú deseas es que tenga todo, aunque ese todo no seas tú. Lo que de verdad duele es ver como tu egoísmo se desvanece, porque eso significa aceptar la irrevocable derrota. Quizá, entonces, podrás seguir caminando.


Esta canción y su increíble letra (de esas que ponen la piel de gallina en cada centímetro de tu cuerpo) son en parte muy culpables de que haya acabado soltando este rollo.