miércoles, 14 de noviembre de 2012

De cómo nos metimos diez personas en un siete plazas.

Resulta que hoy he ido a unas clases de maniobras a las que me ha apuntado mi autoescuela, ya que entraban en mi matrícula. Así que, sin tener nada mejor que hacer una tarde de miércoles, me he dirigido a mi autoescuela. De repente, me he visto en una furgoneta camino al circuito con cinco desconocidos, entre ellos dos pokeros de pura raza, y la Máxima FM rebotando en mis oídos. Entonces es cuando me he acordado de haber vivido una situación parecida. 

A principios de junio, en mi mágica aventura a Escocia, aparecimos en una furgoneta siete plazas, diez personas como sardinas enlatadas camino "al puente que cruza el Atlántico": dos coreanas, un escocés, un polaco-londinense, dos americanas, un francés y nosotras tres, españolas puras. Fue surrealista. Dos en la parte delantera; tres en el segundo habitáculo (dos sentados y una en el suelo); cuatro en un asiento de tres; y una última persona en el maletero. Maletero abierto pero sí, EN EL MALETERO. Ese sitio fue ocupado por cada uno de nuestros culos al menos quince minutos (menos una de las coreanas, que estuvo cinco y no más porque casi nos hecha el estofado y la tarta de queso de la cena anterior). Mientras recorríamos montañas por esas carreteras estrechas (en las que para que pase el coche del carril contrario teníamos que parar a un lado), a ritmo de música escocesa, yo pensaba: ¿En este país te multarán por llevar tres personas más de las permitidas y una de ellas en EL MALETERO? Pues parecía ser que no y así fue, que nadie notó nada.

He aquí mi culo en EL MALETERO.


Del puente sólo diré que los escoceses a parte de hablar su propio idioma, son de un exagerado increíble. "Un puente muy grande por el que debajo pasa el Atlántico". Y tú piensas: EL ATLÁNTICO, entonces debe ser enorme. El puente resultó ser de un tamaño medio y el Atlántico resultó ser un riachuelo casi menor que los charcos que se forman en la dehesa de mi pequeña ciudad. Bonito paraje, después de todo.


Y he aquí el Atlántico.

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