miércoles, 7 de noviembre de 2012

First, you think the worst is a broken heart.

Son las 00:30 aproximadamente y acabo de llegar a casa dando por finalizado un miércoles de Montaditos, como manda la tradición. Lejos de irme a dormir cuando me quedan poco más de 5 horas para estar en pie, aquí estoy. Realmente no vengo a decir nada interesante, pero ¿qué es lo que realmente interesa?

Me he dado cuenta de que somos muy egoístas, y yo me pongo a la cabeza del gran grupo. El que diga que no es egoísta, sinceramente, está marcándose el triple de su vida. Aunque sea una mínima parte de nosotros. Cuando todo acababa yo sólo supe decir "ya, pero es que yo no quiero", lo cual parecía bastante lógico dado el momento. Noche fría de junio y me di cuenta de que no solo existía yo. Sólo entonces. Descubrí que estaba equivocadísima: el momento en el que pierdes algo no es el que más duele. El momento que de verdad duele es aquel en el que aceptas que lo has perdido todo. Que lo has perdido todo y que ese todo continúa caminando. Tú no. El momento más desgarrador es aquel en el que ese todo ha tropezado y lo único que tú deseas es que tenga todo, aunque ese todo no seas tú. Lo que de verdad duele es ver como tu egoísmo se desvanece, porque eso significa aceptar la irrevocable derrota. Quizá, entonces, podrás seguir caminando.


Esta canción y su increíble letra (de esas que ponen la piel de gallina en cada centímetro de tu cuerpo) son en parte muy culpables de que haya acabado soltando este rollo.

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