jueves, 26 de julio de 2012

Así es como amanecemos después de una de tantas noches por Oban.

Momentos, nunca más repetidos y por ello más especiales. En un país ajeno, pueblo lejano, casa ajena, habitación ajena, cama ajena y calor extraño y humano. Aw, you look so good. I've to see you tomorrow. Amaneciendo a las cuatro de la mañana y por sonido de fondo I bet that you look good on the dancefloor. O quizás no. Pero sí Arctic Monkeys y cualquiera de sus canciones, conformando todas un único himno. Que permanece. Stay here 'till morning. Why? Because I like you. I've to see you tomorrow. I've to see you tomorrow. I don't want you to leave. I don't want me to leave. Stay here with me. Todavía siento escalofríos. Nunca volveré a escuchar Arctic Monkeys con los mismo oídos. 


jueves, 12 de julio de 2012

La canción desesperada detrás de los veinte poemas de amor.

Después de un tiempo, bien y gracias. Derrumbamiento generalizado al creer que todo está perfecto y todo avanza y de la nada puede surgir algo, pero no. Entonces coges un vuelo de vuelta origen Edimburgo, destino Madrid. Ilusiones suicidas del todo esfumadas. Vuelves a las calles de un pueblo que te ha visto llorar en más de una ocasión este invierno. Chocas con lo enfermizo y vuelves en todos los sentidos. Todo es simplemente aburrido, pero alguien comparte lo que tú compartiste algún día, entonces todo es simplemente doloroso. Nada está tan bien si te das cuenta. En realidad nada está bien. Meses y está todo peor. Sólo tengo un plan y una vía escapatoria: tengo un atlas debajo del brazo y una lista de canciones que olvidar porque mañana ya se me habrá pasado.