viernes, 19 de marzo de 2010

Con los dedos de una mano



Puede ser que no haya fuera nadie a quién contar tus penas. Pueden darte mil patadas sin hablar. Pueden decirte que nada es como tu lo planeabas. Que las cosas ya no se pueden cambiar. Y que la 
vida ya no es vida en la cuidad.


Todo el mundo aporta algo. Te aporta algo. Bueno o malo. Obviamente tendemos a rodearnos de gente que nos aporta cosas buenas. Gente que conoces mucho, que es importante y gente menos importante.
 Me rodeo de gente que me hace reír cada día, que está ahí para cualquier cosa, que me acepta como soy, que me escucha, que es sincera, que me abre los ojos de vez en cuando y que sabe hacerme ver mis errores. Que me hace pasar buenos momentos y que pasa conmigo los malos. Que me aconseja, que me apoya, que me sube el ánimo cuando lo necesito. Con quienes me siento cómoda. Que ríen conmigo, que cuentan conmigo, con quienes puedo contar, en quienes puedo confiar. Que están presentes la mayor parte del tiempo. 
Por suerte me rodeo de gente que me aporta muchas cosas buenas. Es mucho lo que tengo. Me siento afortunada por tener pocas personas importantes pero muy buenas alrededor y sonrío solo con saber que están ahí y que estarán ahí. Tal y como son



*Por una tarde de largas conversaciones con Irene y por el abandono de Miriam e Idoia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muffins