Casi inconscientemente he abierto el blog sin ni siquiera tener nada que decir. Pero sin querer le di al botón redactar nueva entrada y aquí estoy, con ninguna historia especial por la cabeza.
Lo peor de viajar es tener que marcharse. Lo peor de viajar, y a la vez lo mejor, es conocer a gente. Gente a la que abandonar sin querer siquiera hacerlo. Me gustaría llevarte conmigo, o no, al sitio al que creo que pertenezco, o perteneceré. Cuatro-cinco meses y una ciudad preciosa. Un país increíble. Aún sigue sin ser mi sitio. Mi sitio puede que esté en aquel paradero montañoso que dice llamarse Tierras Altas, y no en los Países Bajos. Como agua y aceite. Clamo a un futuro cercano que me lleve a lo alto de grandes montañas y gélidos mares, donde el sol brilla mucho cuando brilla y donde estás tú. Donde estás tú aún sin ti. Sin embargo, otro tú se queda y quema. Me gustaría llevarte conmigo a donde quiera que vaya a parar a continuación. O no. ¿Es lo intenso fruto de lo breve?
Ya veremos. Si me dejas, lo veremos.
La peor parte de conocer gente es tener que decir adiós...
ResponderEliminar